El día que hay Fiesta de la Logística aquí, allá o acullá, solemos dedicar estas líneas a comentar las perspectivas del evento del día. Hoy se celebra la Fiesta de la Logística de Algeciras, el único lugar del mapa que está muy cerca por mar y lejísimos por tierra (algún día tendrá las conexiones que merece). En los eventos que organizamos, este y otros, propios o por encargo, suelo poner la nota antes de que se celebren. Hoy, a primera hora de la mañana, ya debemos saber si hemos hecho todo lo que está en nuestra mano para que el evento sea un éxito. Lo que pueda pasar en el evento, siempre que lo hayamos previsto, siempre que estemos preparados para ello, ya es harina de otro costal. A día de hoy, a estas horas, no me queda otra que felicitar efusivamente a todos y cada uno de los responsables, en mayor o menor medida, de este macro evento.
Cada una de estas iniciativas de vertebración del colectivo logístico ha contado con una serie de concretas dificultades iniciales, y Algeciras no es una excepción. Confieso que nos resistimos a organizar esta Fiesta, como ocurre con otras que nos están pidiendo en otros puertos, hasta que finalmente nos lanzamos a la piscina, siempre sin saber si había agua. En cada sitio hay un responsable de los comienzos de cada Fiesta. Alguien con quien empezamos todo. En Valencia, bien lo saben los que estuvimos allí en 1990, fue el singular Miguel Pelegrí quien me captó, para que le concretáramos su idea. En Barcelona me fichó para la causa de la Buti Buti Gabriel Ortega y sus muy especiales amigos de la Comisión Organizadora. En Madrid hay que nombrar a Miguel Ángel Palomero, Iñaqui Echeverría y Juan Carlos Abellán. Algeciras también tuvo en Juan Ureta a su paladín del evento, su particular Quijote, que incluso llegó a lanzarse, casi solo, a pecho descubierto, a hacer la primera edición de la Fiesta. Si bien es cierto que las ideas sin concreción, o con una concreción incorrecta no son más que sueños o pesadillas, también lo es que los impulsores están injustamente condenados al olvido, sobrepasados, como es el caso, por la inmensa grandeza de su propia obra.