En el mundo de los negocios en general y de la logística en particular casi todo es posible, siempre que se tenga muy en cuenta que hay dos claves que influyen de forma rotunda en el éxito o en el fracaso, además de esfuerzo: la formación y la suerte.
Empezamos por lo último. No se confunda el amigo lector con esas tonterías de los libros amarillos de autoayuda. La suerte a la que yo me refiero no se trabaja, no se la gana uno con su esfuerzo y sudor. Me refiero a la suerte … suerte. Y esa importa entre mucho y todo. Como, por desgracia, no vale tanto lo que se diga, como quién lo dice, les aclaro que eso de la suerte lo dice también el gran Tom Peters.
Hace unos años, nos encerramos en un hotel de Madrid un amplio grupo de curiosos para, tras doloroso paso por caja, poder escuchar a quien más cobra por hablar, el citado gurú experto en temática empresarial.
Las horas que compartimos espacio y tiempo sirvieron para escucharle una buena ristra de teorías empresariales modernas, de las que ahora llaman liderazgo, emprendimiento y todo eso. Pues bien, con dolor en las orejas de escuchar y en las manos de tomar notas, todavía con una larga cola de conceptos esperando en el aire para entrar en mi muy limitada cabeza, como colofón a todas sus enseñanzas, el experto afirmó rotundo que “lo que más importa es la suerte”. Y se quedó tan pancho.
Ocurre que esa suerte no depende de nosotros. Por tanto, poco esfuerzo hemos de invertir en controlar algo incontrolable. Ya vendrá, si quiere.
La otra gran clave para tener más posibilidades de salir adelante es, sin duda, la formación. Con o sin suerte, estar preparado siempre concede nuevas armas para la batalla de la competitividad. La formación, no lo duden, pasa también por estar bien informado.
Otra opción es la de intentar salir adelante sin formación ni información.Es posible. Pero para lograrlo así… hace falta mucha suerte. Buena, además
Para que así sea hace falta un requisito, válido para formación e información: seleccionar tanto la veracidad del mensaje como del medio.
Cuando me refiero a este último, no quiero decir que unos medios sean más fiables que otros, que también, sino que, aunque formarse e informarse por internet puede ser casi tan válido como de forma presencial, nunca será lo mismo que el contacto directo, cara a cara, con su correspondiente intercambio de datos y criterios en vivo. Como tampoco es lo mismo informarse en la pantalla de un ordenador que palpando el papel. Internet informa, pero el papel forma. Siempre se lee mucho más en papel que en la pantalla.
En el primer soporte, el mensaje aparece rodeado, de forma histriónica, de otros muchísimos de muy distinta índole que exigen a gritos de luz y color nuestra atención. Esto sumado al tiempo que tenemos, siempre poco, hace que apenas pasemos los ojos por un titular y vayamos al siguiente.
Con el papel en las manos es seguro que dedicaremos el tiempo preciso a una noticia o a un tema. Aunque solo uno fuera. Puede que pasemos de las páginas de 10 en 10, pero a buen seguro que algún artículo lo leeremos con todo su contenido. Así, nos informaremos y… nos formaremos leyendo, en papel o en internet, pero leyendo.
Otra opción es la de intentar salir adelante sin formación ni información. Es posible. Pero para lograrlo así… hace falta mucha suerte. Buena, además.