Es tema de debate entre los “tintinólogos” la confusión a la que dan lugar las posteriores ediciones en inglés, ya en color, de la primera página de “Los cigarros del faraón” de 1955, 1970 y 1987, en las que se intercambian textos y mapas equívocos con la ruta y los puertos de escala.
En la de 1970, Tintín le dice a Milú que la próxima escala será Port Said en la ruta Aden-Bombay-Colombo-Singapur-Hong Kong- Shanghai. Sin embargo, en la viñeta posterior se ve un mapa de Europa con la ruta entre Port Said y Gibraltar, que sólo tendría cierto sentido si se hubiera editado en 1956 cuando el Canal de Suez permaneció bloqueado por la crisis provocada por su nacionalización. A su vez, en la edición de 1987 un mapa con la ruta Port Said-Shanghái, sigue a una viñeta en la que Tintín describe una ruta por el Mediterráneo.
El caso es que, desde que se abrió a la navegación en 1869, el Canal de Suez ha alentado la imaginación de escritores, dibujantes, aventureros, reales y de ficción, pasando a formar parte de la civilización contemporánea como una obra de ingeniería colosal, pero sobre todo como la palanca que el capitalismo moderno y la globalización económica necesitaban para perpetuar su reinado. Por ello, nos inquieta la vulnerabilidad del sistema al que fiamos nuestro bienestar cuando fenómenos naturales nos dejan sin capacidad de respuesta. Un volcán islandés paraliza el tráfico aéreo europeo, la tormenta “Filomena” suspende el transporte terrestre en Madrid y ahora los fuertes vientos hacen encallar al “Ever Given” en el Canal de Suez, aunque las investigaciones determinarán a buen seguro que fue una conjunción de factores técnicos, humanos y de fuerza mayor, los que llevaron al megaportacontenedores de 20.000 TEUs, síntesis del poder económico y globalizador, a perder el control y a colapsar una arteria vital del comercio.
No es descartable que se busque otro Schettino sobre el que cargar la responsabilidad del “Ever Given”; todo antes de poner en duda la seguridad del Canal de Suez, la reputación de todo un país, un modelo de negocio basado en el gigantismo, la globalización y las economías de escala...
El mercado necesita volver a creer en el sistema y en su invulnerabilidad. ¿Cómo lo haría si se demostrara que sólo la acción del viento es capaz de hacer “descarrillar” en la principal autopista marítima Asia-Europa a un gigante de 400 metros de eslora y 220.000 toneladas? No es descartable que se busque otro Schettino sobre el que cargar la responsabilidad; todo antes de poner en duda la seguridad del Canal, la reputación de todo un país, un modelo de negocio basado en el gigantismo, la globalización y las economías de escala...
El sistema no puede permitirse dudar de sí mismo, por mucho que se diga que incidentes como el del “Ever Given” sirven para revisar el modelo, encontrar sus fallos y buscar soluciones. Ya es demasiado tarde, el camino está marcado y no hay retorno. Por otra parte, las estadísticas no contradicen al sistema. ¿O acaso un incidente extraordinario como éste invalida los logros alcanzados? Tan pronto como el Canal de Suez restablezca el tráfico todo volverá a ser como antes y los gigantes de los mares serán los primeros en cruzar sus 190 km como si nada hubiera ocurrido.
Me pregunto qué hubiera hecho Tintín de haberse encontrado el Canal de Suez bloqueado en su regreso a Bélgica. Quiero pensar que hubiera doblado el Cabo de Buena Esperanza para desembarcar en Ciudad del Cabo y protagonizar “Tintín en el país de los diamantes”. ¿Verdad, querido Hergé?