Bajada ya la persiana del XIX Foro Aduanero, toca hacer balance. Lo cierto es que, a mi humilde entender, y tras recoger los pareceres de decenas de profesionales que este año se dejaron caer por Valencia, puede decirse que esta ha sido la edición más potente y exitosa de cuantas han tenido lugar. No sólo por los más de 220 congresistas profesionales que acudieron al evento, sino también porque ha servido para constatar que el colectivo aduanero privado tiene vida para rato, tiene claro cuál es su futuro y los retos a los que debe responder y, sobre todo, sabe meridianamente lo que le perjudica y a lo que tiene que hacer frente. Y lo que le perjudica no es ni la transformación digital -en la que el colectivo ya está plenamente inmerso- ni los cambios normativos ni las nuevas tasas ambientales.
Tras dos jornadas de ponencias y debate reflexivo, sereno y profundo -una cosa que hoy en día escasea-, es palpable el malestar del colectivo por el hecho de que la Comisión Europea haya lanzado una propuesta de reforma del Código Aduanero de la Unión sin haber tenido en cuenta ni a la administración aduanera ni al sector privado, algo que, por otra parte, no ayuda a que esas modificaciones tengan una buena acogida. Es este un proceder de las instituciones europeas que no beneficia a nadie, sobre todo porque sabemos que muchas veces, el legislar desde un despacho sin conocer el día a día de empresas y profesionales suele acabar con leyes y normas alejadas de la realidad.
Es la oposición del colectivo aduanero la que da por hecho el fracaso del Trust & Check
Trust & Check. Quédense con este nombre porque seguiremos oyendo hablar de él. Ahí radica el enfado del colectivo. En teoría, esta figura nace para favorecer a los eslabones que participan en la cadena de importación, otorgándoles un plus de fiabilidad y transparencia con la que podrán beneficiarse de una reducción de controles aduaneros. ¿Les suena esto de algo? Imagino que sí. En su día un argumento muy parecido se utilizó para loar las bondades de la figura del Operador Económico Autorizado. Y es paradójico, porque es precisamente esta figura la que va a hacer desaparecer la modalidad del OEA de Simplificaciones Aduaneras, algo denunciado no sólo por los agentes y representantes aduaneros, sino reconocido por la propia Dirección General de Impuestos y Aduanas de la Comisión Europea. ¿Qué pasará con todas aquellas empresas que ya cuentan con esa certificación? ¿Servirá para algo el trabajo realizado hasta ahora? ¿Deberán volver a iniciar el proceso de certificación? Y si eso es así, ¿habrá algún tipo de mecanismo para ayuda a sufragarlo? Como todos ustedes saben, lograr este tipo de certificaciones no sale barato. Y, sobre todo, ¿podrán las pymes asumir los riesgos de esta certificación? Ya les adelanto que a duras penas.
Pero hay algo mucho peor. El Trust & Check supone la desaparición de la representación directa. Esto implica, entre otras muchas cosas, que a los agentes y representantes aduaneros únicamente les queda la representación indirecta, con el agravante de que la CE quiere hacerles directamente responsables financieros de los impagos de las empresas importadoras. Por eso el colectivo ha puesto pie en pared, y por eso ya ha anunciado su frontal oposición a esta medida. Y es esta oposición la que da por hecho el fracaso anunciado del Trust & Check.
Tenemos precedentes, tal y como el propio Antonio Llobet expuso con acierto. De los 881 OEAs españoles que a fecha de ayer había registrados en la UE, alrededor de la mitad pertenecen a empresas del sector logístico. Es decir, que si las empresas importadoras y exportadores no acaban de verle el beneficio, ¿por qué habrían de vérselo al Trust & Check?