En tantos años de trayectoria laboral en el periodismo logístico y marítimo-portuario, he conocido a centenares de personas que, en gran número, han transitado por mi vida sin apenas dejar el leve recuerdo de una cita de trabajo cuyo resultado tal vez quedó impreso en el papel de este periódico o en los píxeles de una pantalla, como materia prima para un artículo, entrevista o reportaje.
Son mayoría, como no podía ser de otra manera. Porque aunque esto lo determina el carácter de cada uno, pocas son las veces en las que una relación profesional acaba derivando, no ya en respeto o simpatía, sino en amistad. Aunque este último término admite tantos matices como la palabra “amigo”.
Por lo general, uno sabe los amigos que tiene (o cree tener), y que, como se dice, pueden contarse con los dedos de una mano: los amigos íntimos. Para el resto de las personas con las que simpatizamos o simplemente tenemos buena sintonía, tal vez la palabra “amigo” pueda parecer exagerada.
Sin embargo, con todo lo que cuesta encontrarlos y que te encuentren, ¿por qué limitar el círculo de amigos a una mera selección arbitraria cuando la “amistad”, según la RAE es “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”?
Por eso, cuando en la noche del pasado sábado supe del fallecimiento de José Luis Trueba (“Pepelu”, como le llamábamos muchos de quienes nos correspondió con su afecto) me di cuenta de que verdaderamente manteníamos una relación de amistad y de que se había ido un amigo de verdad.
Hacía ya unos años que José Luis Trueba se había jubilado como coordinador de la Escuela de Administración Marítima (EAM) del Gobierno Vasco, que desde su creación en 1982 y en colaboración con la Universidad de Deusto, viene realizando una reconocida labor de difusión del Derecho y Economía Marítima en el ámbito del País Vasco.
A lo largo de estas décadas han sido centenares los profesionales formados en el Máster Universitario en Gestión de Empresas Marítimo-Portuarias y Derecho Marítimo impartido en la EAM y que en la actualidad ocupan puestos de alta responsabilidad en empresas del sector, no sólo en Bilbao sino en otras partes de España, Europa y también de Latinoamérica.
José Luis Trueba fue una persona muy apreciada y querida por sus alumnos y alumnas, a quienes dedicaba gran parte de su tiempo y esfuerzos a facilitar su colocación laboral. Las personas, en el centro. “La buena inversión es aquella que mejor se destina al crecimiento no solo económico sino personal”, decía.
Asimismo, como co-fundador y miembro de la primera Junta del Propeller Club del País Vasco-Port of Bilbao, José Luis Trueba acudía siempre que podía a sus encuentros, inconfundible con su pajarita, su perenne sonrisa y abierto a la conversación, que enriquecía con su amplio saber, múltiples anécdotas y agudo sentido del humor. Este “plumífero”, como gustaba llamar a quienes ejercemos el periodismo, no olvida tampoco su encendida defensa de los medios sectoriales como voz y espejo del sector marítimo-portuario y a los que, a su entender, no se les valoraba en su justa medida.
Nos encontramos por última vez el 26 de mayo en la Gran Vía de Bilbao, a mi salida del Congreso de Ingenieros Navales y nos habíamos emplazado para este próximo viernes 23 de junio en el encuentro anual de verano del Propeller Club. Estarás en nuestro recuerdo. Un brindis por José Luis Trueba, “Pepelu”, un Señor de Bilbao con pajarita y muchos, muchos amigos.