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Hay quien se tira de los pelos, los tenga o no, por la bendita costumbre que tenemos en este país de darle más importancia al inicio del “curso escolar” que al comienzo del año natural.

  • Última actualización
    01 septiembre 2021 10:55

Las personas que se dedican a estudiar comportamientos y este tipo de cosas (que de todo tiene que haber, oiga), aseguran que se trata de una percepción absolutamente normal en estos lares ya que, el regreso a la actividad después de un importante periodo de descanso está siempre marcado por el tiempo que hemos tenido durante las vacaciones para imaginar, rechazar e incluso anhelar nuestra vuelta a la normalidad.

Es precisamente por esta razón por la que es en septiembre cuando se generan un mayor número de “buenos propósitos, propósitos de enmienda y juramentos” que mayoritariamente suelen acabar en brindis al sol. Somos así.

Si han tenido la ocasión de seguir la información de nuestro sector durante el mes de agosto a través de diariodelpuerto.com, habrán descubierto que nada nuevo acecha sobre el horizonte. En realidad, un mes no es tiempo suficiente como para incidir directamente en una coyuntura como la que estamos que requiere una paciencia infinita y un modo de actuar que nos aleja de la inmediatez.

Afrontamos septiembre con los grandes asuntos pendientes en el mismo punto que los dejamos en julio. La pandemia sigue siendo el telón de fondo de todo cuanto nos rodea y estamos resignados a esperar buenas noticias en forma de esa inmunidad que nos permita, poco a poco, regresar a la normalidad que ya nunca será normal.

Y ya saben a qué me refiero, quizás nos vayamos conformando si somos capaces de recuperar buena parte de lo que formaba parte de nuestra cotidianeidad (actos, eventos, certámenes feriales, viajes, visitas presenciales…).

Desgraciadamente, la logística en su conjunto y el colectivo marítimo portuario en particular, van a ser objeto de un debate cruzado y partidista, alejado de los intereses del colectivo y centrado siempre en el rédito electoral

Mientras tanto, el sector sigue absolutamente desbordado por el nivel que han alcanzado los fletes y por la desesperante, recurrente y ya casi inexplicable falta de equipo. La pandemia, que todo lo justifica, nos ha servido durante meses para encontrar una explicación razonable a esta situación, pero quizás ha llegado el momento de seguir rascando en busca de otras respuestas y de soluciones que ya son más que urgentes.

Cambiando de tercio, pero sin abandonar los grandes clásicos, me temo que vamos a tener un trimestre cargado de ataques políticos al sector (suerte, mucha, han tenido nuestros amigos del Puerto de Cartagena de que no les haya caído la responsabilidad total y absoluta del desastre ecológico de la Manga del Mar Menor). Acercándonos como estamos al ecuador de la legislatura, los movimientos estratégicos se centran ya en lo que serán los resultados de los próximos comicios y es necesario incluir en la agenda los grandes asuntos que dan y quitan votos.

Desgraciadamente, la logística en su conjunto y el colectivo marítimo portuario en particular, van a ser objeto de un debate cruzado y partidista, alejado de los intereses del colectivo y centrado siempre en el rédito electoral.

Siempre se ha dicho que la carga no vota y que eso nos perjudica como sector. Puede que haya llegado el momento de ser mucho más exigentes en la defensa de lo que es nuestro modo de vida.

No puedo dejar de referirme hoy a la delicadísima situación que atraviesa ATEIA-OLTRA Valencia, que ha presentado un preconcurso de acreedores ante la imposibilidad de afrontar la deuda de 13,1 millones de euros impuesta en su día por Competencia. Mucho tienen que cambiar las cosas para que a final de año no asistamos a una situación concursal y a una posible disolución de la sociedad. Si había alguna duda al respecto, el asociacionismo sectorial valenciano, tal y como estaba concebido, va a ser rematado de una manera cruel e injustificada… o justificada de una forma más que peculiar.

Que tengan un feliz reinicio del curso escolar, si pueden.