BARCELONA · Así, la Organización Marítima Internacional (IMO) en su esfuerzo con regular ha aprobado en 2023 una nueva estrategia para la reducción de gases contaminantes donde se prevé un recorte del 30% y del 80% para los años 2030 y 2050 respectivamente (tomando como referencia el año 2008), buscando alcanzar las cero emisiones para 2050.
Un estudio de la Fundación ValenciaPort destaca que dentro de las acciones propuestas en este marco, se tiene la implementación segura y eficiente de combustibles alternativos de bajo carbono, los cuales juegan un rol importante en la descarbonización en situaciones donde la aplicación de otras medidas como la electrificación directa suele ser más compleja o costosa, como puede ser el caso de transporte de larga distancia.
En este orden de ideas, uno de los combustibles de bajo carbono que ha captado la atención en los últimos años ha sido el metanol, un combustible cuya composición le permite reducir las emisiones de CO2 generadas por la combustión en comparación con combustibles convencionales.
Según DNV, se espera un aumento en el capital inicial invertido para buques impulsados con metanol de un 10% respecto a buques que usan combustibles adicionales. Con la creciente experiencia en cuanto al uso del metanol y las adaptaciones realizadas en los diferentes buques, se espera que los costos de construcción disminuyan en el futuro, estando más cerca de los buques convencionales.
Siguiendo esta línea, actualmente existe un aumento en la demanda de buques adaptados con metanol. Así, se espera un aumento de 11 veces en los buques impulsados por metanol en el periodo de 2024-2028, llegando a superar los 340 buques en 2028, entre los que estén operativos y los que estén en orden.
De acuerdo con DNV, el 8% de la totalidad de buques que se encuentran en pedido se corresponde a buques impulsados por metanol, cuyo sector de mayor acogida corresponde a buques portacontenedores